Geografia

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jueves, 5 de mayo de 2011

Evolución de la deuda externa argentina desde 1966 a la fecha


NOTAS: En diversas fuentes observaremos discrepancias en cuanto a los números. Se advierte que las mismas, muchas veces, están expresadas sólo en cuanto a la “deuda pública” y no tienen en cuenta a la “deuda privada”. En realidad, ambas deben ser sumadas para tener los números reales.
1. A partir de 1976: Las empresas privadas son alentadas a tomar créditos internacionales.
En 1980: Se inicia el fenómeno de convertir deuda internacional de empresas privadas en deuda del Estado.
2. A principios de 1976, cada habitante de Argentina debía al exterior U$S 320; a fines de 1983, cuando los militares se fueron cada habitante pasó a deber U$S 1.500 (en otros términos: la deuda trepó de 8 mil a 45 mil millones. ¿En qué se fue el dinero?: 1) compra de armas (y pagar comisiones por la compra), según estimaciones del Banco Mundial, se emplearon 10.000 millones; 2) cubrir deudas de empresas privadas, esta conversión es inaugurada por el ministro Sigaut y seguida por los sucesivos ministros como Jorge Whebe, así como los directivos del Banco Central, incluyendo a Domingo Felipe Cavallo.
3. En cubrir las deudas de varias poderosas empresas privadas se nos fueron 5.000 millones. Esas empresas habían tomado préstamos en el exterior y por imprevisión se encontraron de pronto en situación delicada. El Estado salió al rescate. Entre las empresas aludidas se contaban: Celulosa Argentina (1.500 millones), Cogasco (1.350), Autopistas Urbanas (950), Pérez Companc (910), Acindar (650), Bridas ( 600), Banco de Italia (550), Alpargatas (470), Techint (350 millones).
4. FUENTE hasta el año 2001: Revista “LA NACIÓN” del 6-5-01, pág. 22 a 24, artículo “COMO EMPEZÓ LA DEUDA EXTERNA”
Ver más: http://publicaronline.net/2010/01/13/evolucion-de-la-deuda-externa-argentina-desde-1966-a-la-fecha/

“Deuda” es el primer film documental del antes periodista y ahora multifacético Jorge Lanata (¿historiador?, ¿director de cine?). Aquí comparte la dirección con Andrés Schaer, y el guión con Schaer y Juan Pablo Domenech. Créditos aparte, la película gira alrededor de la búsqueda de responsabilidades ante la deuda externa de nuestro país y ante las carencias sociales generalizadas. (2004)
Para ello parte del caso Bárbara Flores, la nena tucumana que el año pasado fue mostrada por todos los canales de televisión como ejemplo de la existencia de niños con hambre en la Argentina (¿qué increíble, no?). A partir de allí, luego de asumir su responsabilidad por la exhibición de la nena, Lanata explica con marcado didactismo la desigualdad en la distribución de la riqueza o los efectos de la desnutrición. Para hacerlo apela a la presentación de cuadros y estadísticas que despersonalizan los temas tratados. Y no es esto un dato menor teniendo en cuenta que este documental aparenta querer hacer visibles a víctimas y culpables de la deuda. Los números y la tecnología ofician como respaldo de las denuncias del film.La película posee un buen punto de partida: el planteo de la responsabilidad compartida en la crisis de la Argentina. Sin embargo, a veces se simplifican algunos procesos (y se olvidan algunos agentes que influyen en la situación actual de cualquier país subdesarrollado). Lanata recoge testimonios en Tucumán, Washington, Punta del Este y Davos. De ellos, los de la provincia de Tucumán son los únicos que plantean algunas preguntas en la mirada de los médicos sobre los pobres de la región, la de los vecinos sobre la familia de Bárbara, la de los políticos provinciales. Menos logradas resultan las notas de Washington y Davos, en especial la entrevista con Anne Krueger en la que Lanata apela a preguntas básicas del peor periodismo (¿qué siente usted?, ¿tiene problemas de conciencia?).
Tampoco se justifica el uso de animación, relegada a una sola secuencia. Pareciera ser un capricho de los realizadores más que una búsqueda expresiva o formal.

A pesar de los medios invertidos y de la buena idea inicial, el mayor problema del film consiste en la propia figura de Lanata. El periodista ocupa el lugar máximo del saber desde el cual nos explica todo. En esos tramos, la película deja de ser cine para convertirse en televisión. Y si hablamos de cine, es fundamental no descuidar la puesta en escena. De lo contrario puede aparecer gente hondamente preocupada por el hambre y la pobreza ostentando un enorme reloj de oro. Son detalles que generan algo de ruido en el tono de denuncia del film.

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