Geografia

Geografia

miércoles, 17 de junio de 2015

4to año Migraciones.

La migración es el desplazamiento de la población (humana o animal) que se produce desde un lugar de origen a otro destino y lleva consigo un cambio de la residencia habitual📖 en el caso de las personas o del hábitat en el caso de las especies animales migratorias. De acuerdo con lo anterior existirán dos tipos de migraciones: migraciones humanas y animales. Las migraciones de seres humanos se estudian tanto por la demografía como por la geografía de la población. Y las de especies de animales se estudian en el campo de la biología (zoología), de la biogeografía y en el de la ecología. Los artículos que se pueden consultar al respecto son:

Migración humana, que presenta dos enfoques: el de la emigración, desde el punto de vista del lugar o país de donde sale la población; y el de la inmigración, desde el punto de vista del lugar o país a donde llegan los "migrantes".


Enfoque migratorios:

Enfoque demográfico
El enfoque demográfico es característico de este nivel de análisis, poniendo el acento sobre las disparidades en cuanto al desarrollo poblacional entre diversas regiones y países. Esta es, sin duda, la base de todo análisis serio de los fenómenos migratorios que alcanza una importancia cuantitativa ya que nos da una visión general sobre la existencia de un potencial o de una demanda migratoria. Esto se relaciona, en general, con la fase en que diversas zonas del mundo se encuentran en la así llamada “transición demográfica”, es decir, en los cambios en la relación entre la tasa de natalidad y de mortalidad que explican la gran expansión demográfica de los últimos dos siglos. En este sentido, las sociedades europeas han entrado en una fase pos transición demográfica, en que esta tiende incluso a revertirse en el sentido de que la tasa de mortalidad supera a la de natalidad, generando por ello un decrecimiento poblacional. El contraste más palpable con esta situación la encontramos en el continente africano, donde el diferencial entre natalidad y mortalidad es, a pesar de las altas tasas de mortalidad, muy grande, dando origen a un extraordinario incremento poblacional. Así por ejemplo, entre 2010 y 2050 la Comisión de Naciones Unidas para la Población pronostica una caída en la población en edad activa (15 a 64 años) europea de un 20% (de 500 a 398 millones) mientras que la africana más que se duplicaría (de 581 a 1.310 millones).6 Estas diferencias tan evidentes le dan de por sí una posición mucho más competitiva en su mercado de trabajo a la población en edad activa que se encuentra en Europa respecto de aquella que se encuentra en África. Esto debe, por supuesto, combinarse con la disposición de recursos naturales y el nivel de desarrollo alcanzado para poder calibrar con mayor exactitud el significado de las disparidades demográficas existentes.

Enfoque sociológico
Un enfoque sociológico a nivel macro es aquel que acostumbra llamarse “paradigma de la modernización”, que asocia las migraciones con procesos de cambio socioculturales que predisponen a aumentar la movilidad humana. Se pasaría así de una situación de mayor sedentariedad y fuerte adscripción al entorno local, propia de una “sociedad tradicional”, a una situación de alta movilidad y adscripciones difusas a distintos niveles, propia de una “sociedad moderna”. Estos cambios potenciarían primero las migraciones internas y, en particular, el proceso de urbanización, para luego pasar a una fase de migraciones de más largo alcance incluyendo las internacionales.

Enfoque económico
A nivel económico, la economía ortodoxa o “economía neoclásica” ha acentuado las diversas dotaciones de factores productivos (recursos naturales, trabajo, capital, etc.) en diversas áreas y países, lo que da una retribución económica diferente al uso de esos factores.7 En el caso de las migraciones la abundancia de fuerza de trabajo en relación a otros factores productivos potenciaría la emigración debido a los bajos salarios de un trabajo superabundante. Por su parte, regiones con, por ejemplo, mucho capital o tierra en relación a la población activa disponible tenderían a generar unos ingresos más altos al trabajo y ser, por ello, atractivos como lugares de inmigración. Este sería el caso típico de Estados Unidos en el siglo XIX, con mucha tierra accesible y poca población, respecto de una Europa con poca tierra en relación a su población. Lo mismo ocurriría hoy entre las regiones más desarrolladas con mucho capital y relativamente pocos trabajadores respecto de muchas áreas menos desarrolladas que muestran la situación inversa. En buenas cuentas, los flujos migratorios, así como otros flujos económicos, tenderían a crear una situación de mayor equilibrio en la dotación y remuneración de los factores productivos a nivel global. Este equilibrio implicaría un mejor uso de los mismos, generando grandes ventajas globales y abriendo oportunidades sustanciales de mejoramiento de las condiciones de trabajo y de vida de los migrantes en relación a su situación en el país de origen, si bien las mismas pueden parecer desventajosas en comparación con las condiciones imperantes entre los trabajadores y las población de los países de acogida. Esta perspectiva macroeconómica enfatiza también las trabas a la inmigración provenientes de las organizaciones de los trabajadores de los países más desarrollados que verían debilitado su poder de negociación y por ende sus ascensos salariales al aumentar la cantidad de mano de obra ofertada en su mercado de trabajo. Este es un típico ejemplo de lo que se conoce como conflicto entre los “insiders” (grupos que están ya adentro) y los “outsiders” (nuevos grupos que presionan por entrar en un mercado de trabajo más favorable).

Desde un punto de vista dinámico la economía ortodoxa ha elaborado una serie de teorías acerca de las relaciones entre migración, pobreza y desarrollo.8 Se parte de una relación inversa entre pobreza y migraciones de mediano y, en especial, migraciones internacionales de largo alcance. Este tipo de migraciones son, habitualmente, muy costosas en relación a los recursos disponibles por los sectores más pobres de la población mundial. Esto es lo que se conoce como “trampa de la pobreza” que dificulta o impide que aquellos que más tendrían que ganar migrando no puedan afrontar la inversión que ello supone. Los que normalmente migran no son, según esta perspectiva, los más pobres sino sectores medios o relativamente privilegiados de sociedad en desarrollo. Es por ello que se habla de una “autoselección” social y educacionalmente positiva de los emigrantes respecto del total de la población del país de origen. Esto mismo explica el hecho de que la emigración tienda a crecer, contrariamente a lo que habitualmente se cree, cuando se inicia un proceso exitoso de desarrollo ya que el mismo abre posibilidades para que más y más personas puedan invertir en la migración hacia países donde su “capital humano” sería aún más rentable. Esta emigración viene a su vez a potenciar, por medio de las remesas, el desarrollo del país de origen, generándose así un “círculo virtuoso” entre desarrollo, emigración y más desarrollo. Cuando el nivel de desarrollo del país de emigración lo acerca al del país de inmigración el flujo tiende a ralentizarse para luego detenerse y, finalmente, invertirse, formando aquello que se ha llamado la “U invertida”. Un ejemplo palpable de este proceso es la emigración española hacia el norte de Europa, que fue fuertemente potenciada por el desarrollo económico español de los años 1960 para luego, en los 70, detenerse e invertirse cuando España alcanzó niveles de bienestar que si bien aún eran inferiores a los del norte europeo no compensaban ya los costes de todo tipo que impone la emigración.

El enfoque económico antagónico al recién expuesto lo proponen diversas escuelas de pensamiento neomarxistas, que acentúan la polarización internacional que vendría a empobrecer crecientemente las así llamadas “periferias” del sistema capitalista mundial, forzando a sus poblaciones a emigrar para subsistir creando de esta manera una especie de “Tercer” o “Cuarto Mundo” migrante que se ofrece por bajos salarios y aceptando condiciones de “sobreexplotación” en los mercados de trabajo del mundo desarrollado. Estas perspectivas tienen su origen en la Escuela o Teoría de la Dependencia, popularizada por autores como André Gunder Frank ya en los años 1960,9 y en la así llamada teoría del sistema-mundo asociada al nombre de Immanuel Wallerstein.10 De acuerdo a este enfoque estaríamos frente a un círculo vicioso de explotación, empobrecimiento, emigración y mayor empobrecimiento. Esta perspectiva general ha sido complementada por las teorías del “mercado dual” o “segmentado” de trabajo, asociadas a los nombres de Michael Piore, Stephen Castles y Godula Kosak. Para estos autores existen dos tipos de mercados laborales y, de hecho, dos tipos de clases trabajadoras en los países desarrollados: una compuesta fundamentalmente por los autóctonos, que comparten condiciones regulares y aceptables de trabajo, y otra formada por los inmigrantes, en particular aquellos en diversas situaciones de irregularidad, que carecen de condiciones seguras y dignas de trabajo.11

Enfoques migratorios a nivel micro
Los enfoques micro surgen de la necesidad de explicar las decisiones reales de los sujetos de las migraciones, es decir, de los migrantes mismos. El punto de partida de estas reflexiones es que realmente existe una decisión migratoria y que no se trata de un hecho meramente forzoso, como sería el tráfico de esclavos o las deportaciones masivas de población. Estas situaciones extremas excluyen por cierto toda decisión del individuo migrante que, de hecho, no es sujeto de la acción de migrar sino víctima u objeto de la decisión de otros. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos existe un momento de voluntariedad y decisión que debe ser explicado, aún bajo condiciones muy penosas. De hecho no todos, ni siquiera la mayoría de una población sometida a persecuciones políticas intensas o a condiciones económicas desventajosas dejan sus países de origen. Lo hacen algunos y no otros que optan, por más dura que sea esa opción, por quedarse y resistir a las condiciones adversas. Esto hace relevante la pregunta por la decisión de migrar en circunstancias muy variadas.

La teoría económica ortodoxa enfoca este tema como si el emigrante fuese un inversor cualquiera, que hace una evaluación de costos y beneficios y elige, de acuerdo a ese cálculo y buscando maximizar sus beneficios, si emigrar o no. Se trata de un cálculo difícil de evaluar en términos exactos ya que implica una serie de incertidumbres y de costos que escasamente se dejan sopesar (dejar a la familia, a los conocidos y a lo conocido, etc.). La decisión “racional” puede, además, ser perfectamente “irracional” en el sentido de que el cálculo puede basarse en informaciones erradas. Todo esto no obsta para considerar al migrante como un “homo oeconomicus” de texto ya que estos fallos de información se pueden dar en el caso de cualquier consumidor o inversor. Según esta aproximación, uno de los factores decisivos de la decisión de emigrar es la rentabilidad potencial del capital humano del migrante en un nuevo mercado de trabajo, a lo que se le contraponen, como costos, su ingreso actual y otras “pérdidas” de la emigración. Esto es lo que vendría a explicar la observación incontrovertible de que, a falta de impedimentos mayores y teniendo los recursos para migrar, los flujos migratorios tiendan a ir de países de menores salarios a aquellos de mayores salarios.

Contrapuesto a este punto de vista explícitamente individualista ha surgido el así llamado paradigma de la nueva economía de la migración.12 En esta perspectiva se desplaza el foco de atención de la decisión individual a la del grupo humano que forma el entorno original del migrante (su familia nuclear o extendida, sus vecinos, su pueblo, etc.). Al mismo tiempo se pone el acento no sobre la maximización del beneficio sino sobre la minimización de los riesgos, que se logra al desplazar miembros (habitualmente jóvenes) de un grupo a diversos nichos económicos. Se trata, en resumen, de una decisión de migrar que atañe a un individuo pero que ha sido tomada y financiada colectivamente como parte de una estrategia de supervivencia de todo un grupo humano, lo que implica que el migrante lleva consigo y debe responder a una serie de compromisos y lealtades con su grupo de origen. Su conducta debe por ello ser grupal y no individualista, especialmente en cuanto al uso de los beneficios económicos de migración (obligación de enviar remesas) y a los compromisos de largo plazo, como por ejemplo la elección de esposa o esposo o el compromiso de ayudar a nuevos migrantes del mismo grupo de origen. Se forman así tanto cadenas migratorias como fuertes solidaridades transnacionales que condicionan vitalmente la vida del inmigrante.

A pesar de sus evidentes diferencias cabe destacar una similitud básica entre el enfoque micro de la economía ortodoxa y el de la nueva economía de la migración: ambos parten de la existencia de un cálculo racional como fundamento del hecho migratorio. En un caso realizado por un individuo que busca su máximo provecho y en el otro por un grupo que también lo busca.

Frente a estos enfoques “racionalistas” existe el “misterio de los pioneros”, aquellos individuos o pequeños grupos que abren un nuevo horizonte migratorio y a los que luego seguirán muchos otros por motivos muy distintos y, habitualmente, más explicables que los de los pioneros. Estos “aventureros migratorios” son difíciles de encuadrar en una teoría más general, siendo muchas veces los diferentes e incluso los disidentes de una comunidad o sociedad determinada, que la dejan impulsados por una búsqueda incierta de una vida diferente o, a veces, por el simple rechazo social ante sus conductas inconformistas o “socialmente desviadas”. De esta manera partieron, por ejemplo, los primeros disidentes religiosos de Europa hacia Norteamérica. Otras causas igualmente difíciles de encasillar en teorías generales son las del amor, que llevan a una persona a seguir a otra iniciando una migración que tal vez otros sigan por razones muy distintas explicando así, al menor en parte, la extraña geografía de muchos flujos migratorios cuya concentración en ciertos lugares de origen o de llegada parecen ser puramente aleatorios.

Enfoques migratorios a nivel medio
Las perspectivas macro y micro fueron severamente criticadas durante los últimos decenios del siglo pasado ya que olvidaban que entre los factores generales y los más particulares existen una serie de estructuras que hacen posible la migración, abaratando sus costos y, de hecho, canalizándola hacia ciertas zonas, nichos laborales y localidades concretas. Surgió así el análisis de las redes migratorias que parte de la creación de un “capital social migratorio” que se va acrecentando en la medida en que se fortalece la migración.13 Este capital social incluye desde recursos materiales para posibilitar la partida y la inserción en la nueva sociedad hasta contactos e información de decisiva importancia para el éxito del proyecto migratorio. Se trata de una perspectiva en que el esfuerzo y los elevados costos de los pioneros van formando un capital que hace más accesible la migración para otros, habitualmente con menos recursos o circunstancias menos favorables o afortunadas que las de los pioneros exitosos. Al mismo tiempo, los pioneros se tienden a convertir en líderes del nuevo grupo inmigrante, teniendo en sus manos las claves de la inserción en la sociedad de acogida y buscando sacar ventajas de las mismas. Se forman así cadenas de migrantes que, en sus expresiones más notables, llevan a la formación de los así llamados “enclaves étnicos” de gran vitalidad económica pero que muchas veces generan fuertes relaciones de explotación dentro del grupo respectivo.14 Clásicos ejemplos de ello se dieron, y se dan todavía, en Estados Unidos, explicando desde la vitalidad empresarial de parte significativa de la comunidad judía establecida allí durante el siglo XIX hasta los “chinatowns” o el pujante enclave cubano de Miami. Estos enclaves han mostrado que, a pesar de sus rasgos de abuso intraétnico, en el largo plazo han sido trampolines del progreso de prácticamente toda la comunidad étnica involucrada, tal como lo muestran los notables progresos económicos de los descendientes de los inmigrantes judíos y chinos que hoy cuentan con niveles de ingreso y educación muy superiores a la media de la población estadounidense de origen anglosajón.

El estudio de las redes migratorias incluye también aquellas que decididamente actúan fuera y en contra de la ley, habitualmente calificadas como mafias donde el así llamado “traffiking” con fines de explotación sexual es una fuente de ingentes ganancias para algunos y de gran sufrimiento para muchos.

También se debe incluir en este enfoque meso el estudio de lo que podríamos llamar la “industria de la migración”, que va desde las empresas de viajes de “bajo costo” especializadas en el transporte de migrantes a empresas que dan créditos para posibilitar la migración o aquellas que posibilitan las comunicaciones o el envío de remesas. Todos estos son elementos esenciales de proyectos migratorios que sin ellos serían extremadamente difíciles y costosos.

TENDENCIAS MIGRATORIAS EN AMÉRICA LATINA






Los movimientos migratorios latinoamericanos son el resultado de la conjunción de una amplia serie de factores de índole histórica, política, económica, cultural y demográfica. Desde la época colonial hasta mediados del siglo XX la región se caracterizó por un amplio contingente de población inmigrante especialmente proveniente del sur de Europa. Otro grupo humano importante en la región llegó forzadamente bajo el tráfico esclavista. Otros inmigrantes de la región fueron en menor medida chinos y japoneses.

A partir de la década de 1950, lentamente la región dejó de ser receptora de migración para convertirse en expulsora. Hoy la migración internacional es la gran válvula de escape allí donde no se consiguen generar opciones de desarrollo genuinas. Los ciudadanos se movilizan en busca de oportunidades personales, laborales, económicas y sociales, aunque en muchos casos las condiciones de vida en los nuevos países son de mala calidad y se vulneran sus derechos humanos.

Relación emigrantes-inmigrantes

Según datos de CEPAL en los últimos cinco años ha habido un incremento considerable en el número de migrantes latinoamericanos y caribeños. De un total estimado de 21 millones en el año 2000, se pasó a 25 millones en el 2005. Esta cantidad equivale al 12% del total de 200 millones de migrantes a lo largo del mundo.

Dentro de América Latina y el Caribe, la cifra de inmigrantes total representa únicamente el 1% de la población regional, mientras tanto, el porcentaje de emigrantes sube al 4%. O sea que por cada inmigrante que llega a la región, cuatro personas están afuera. Algunas excepciones que se han convertido en polos de atracción dentro de la zona son los casos de Argentina, Costa Rica y Venezuela en América Latina y Puerto Rico, Barbados y Bahamas en el Caribe. Las poblaciones inmigrantes en estos países giran alrededor del 10% y en los casos caribeños superan esta cifra.

Desde el punto de vista de los emigrados, la mayor proporción del continente en términos absolutos la tiene México, con más de nueve millones. En un alejado segundo lugar se encuentra el conjunto de naciones de la Comunidad del Caribe con casi dos millones de emigrados; luego Colombia con un millón y medio; seguida por Cuba y El Salvador con aproximadamente un millón cada uno. Después encontramos el grupo de países que tienen aproximadamente medio millón de ciudadanos fuera de sus fronteras son: Argentina, Brasil, Ecuador, Guatemala, Haití, Perú y República Dominicana. El último grupo es el de aquellos cuyas magnitudes de emigrados oscilan entre los 100 mil y 450 mil: Bolivia, Chile, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Uruguay y Venezuela. El único país con una cifra inferior a las cien mil personas emigradas es Costa Rica. Estas cifras en términos absolutos alteran la relación cuando son vistas en términos relativos. Los porcentajes que destacan y fluctúan entre el 8% y el 15% son los casos de Cuba, El Salvador, México, Nicaragua, República Dominicana y Uruguay.

Principales destinos

Estados Unidos es el principal destino para la población latinoamericana y caribeña que alcanzó 18 millones, es decir más de la mitad del total de emigrantes latinos (25 millones). Esta población junto a sus descendientes constituyen la primera minoría étnica de este país, pero no debemos olvidar que es una población altamente heterogénea.

Los destinos posibles de esta población se han visto diversificados en los últimos años. Esta ampliación se debe a la confluencia de los factores de expulsión, la demanda de trabajadores especializados, la construcción de importantes y organizadas redes sociales en los países receptores y los vínculos históricos. Para los tres millones de latinoamericanos que se encuentran fuera de la región (otros continentes que el Americano) los nuevos destinos son Europa, (España para los latinoamericanos; Inglaterra y Holanda para los caribeños; Francia, Italia y Portugal para los sudamericanos) Canadá, Japón, Australia e Israel.

La feminización de la migración

Si bien actualmente la migración mundial se caracteriza por haber alcanzado la paridad de migrantes hombres y mujeres, este es un hecho muy reciente. Es América Latina la primera zona del mundo que ya en los 90s es diferenciada por una muy alta participación femenina en la migración (de un total de seis millones de migrantes tres eran mujeres).

Esta migración femenina tiene específicamente una motivación laboral, pero sus efectos son muy amplios. Se acentúan los cambios en el rol femenino que ya se estaban dando como consecuencia de las nuevas características de la sociedad posindustrial. Cada vez es mayor el número de mujeres que migra autónomamente y que es la principal proveedora del hogar. La visión femenina revela cómo la división sexual del trabajo también modela la experiencia migratoria: tanto las condiciones de permanencia en los países destinatarios como la relación que las mujeres mantienen con sus países de origen.

Entre las principales responsabilidades de la mujer emigrante se encuentra el mantenimiento de los lazos familiares que preservan el circuito afectivo de la familia. Surgen como consecuencia de estas realidades migratorias nuevos conceptos: las familias transnacionales, la industria y el comercio nostálgico. Otra de las características es el aumento de la relevancia que tienen los montos de remesas en el continente. Su impacto macroeconómico es cada día más significativo para casi la totalidad de los países.

Las remesas que envían los emigrados

Para el 2005 el BID previó que las cifras de remesas a América Latina ascenderían a 55 mil millones de dólares, 10 mil millones más que durante el 2004 y casi el doble que durante el 2002 (cuando representaban 29 mil millones) [datos para 18 países].

Los países que en Latinoamérica reciben mayor volumen de dinero son México, Brasil, Colombia y El Salvador. Los que reciben menos son Trinidad y Tobago y Uruguay. De los cuatro primeros, El Salvador es el que tiene mayor dependencia de estos envíos ya que representan el 13.5% de su PIB. (Si se considera la relación entre remesas y proporción del volumen total de la economía, los principales receptores son los países pequeños con ingresos medios o inferiores). Sólo para Nicaragua las remesas representa un porcentaje mayor que para El Salvador, donde asciende al 15%. Otros países para los cuales los envíos tienen un peso relativo importante son: Honduras (10.7% de su PIB), República Dominicana (9.1%), Guatemala (6.8%) y Ecuador (5.9%).

Consecuencias negativas

Una de las consecuencias más serias de esta migración, común a todas las zonas en vías de desarrollo es la constante pérdida de capital humano, es decir de la población altamente calificada. Esto amenaza la consolidación de una masa crítica de conocimiento, lo que delimita las posibilidades de las naciones de origen para contar con estos profesionales necesarios para aumentar la competitividad. En cambio el país de acogida recibe grandes contingentes de capital humano sin que su formación le haya significado ningún costo.

Otras de las muchas consecuencias negativas de este proceso son la pérdida de poblaciones en edad productiva, la trata de personas, el tráfico de migrantes y la movilidad constante.

Todo parece indicar que en las décadas venideras la migración latinoamericana seguirá dándose con los mismos volúmenes. Esto sólo podrá verse alterado si se toman serias medidas en los aspectos que refieren a desarrollo económico de los países expulsores. Ningún muro podrá detener la continuación de esos movimientos, aunque sí sea una nueva forma de vulnerar sus derechos. Paralelamente, el posicionamiento de los inmigrantes en los países de acogida (especialmente en Estados Unidos) está atravesando nuevas épocas con altos grados de organización y participación, que sólo el tiempo dirá si se traducen en reales avances.


Bibliografía

BID (2004) Sending Money Home: Remittance to latin America and the Caribbean.

CEPAL (2006) “Cuatro Temas centrales en torno a la migración internacional, derechos humanos y desarrollo”, Montevideo.

Gainza, Patricia. (2006) “Feminización de las remesas, familias transnacionales y comercio nostálgico”, en: Revista Tercer Mundo Económico, mayo 2006, No. 204, Montevideo.

López-Alves, Fernando (2002) Sociedades sin destino, Editorial Taurus, Buenos Aires.

1 comentario:

  1. http://www.lanueva.com/sociedad/817189/pide-esfuerzo-internacional-para-prevenir-migraciones-forzadas.html

    ResponderEliminar