Geografia

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jueves, 1 de septiembre de 2016

La Patagonia argentina

Se considera territorio patagónico al extremo de América del Sur ubicado por debajo del río Colorado. Políticamente existen dos Patagonias: una argentina y otra chilena. En este libro sólo se toma en consideración a la primera.

La Patagonia argentina está formada por las provincias de Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego e Islas del Atlántico Sur y la porción terminal sur de la provincia de Buenos Aires: un inmenso polígono de casi 800.000 km².

Desde el punto de vista climático y morfológico, se divide en tres grandes regiones:

Patagonia Andina: relieve montañoso y superhábit hídrico (más precipitaciones que evaporación).
Ecotono: área de transición entre la Patagonia Andina y la Patagonia Extrandina.
Patagonia Extrandina: relieve mesetario y déficit hídrico (más evaporación que precipitaciones).
1- Patagonia andina
Patagonia andina
Patagonia andina
La superficie del planeta está compuesta por placas que derivan muy lentamente sobre un incandescente núcleo magmático, alejándose en un sentido y comprimiéndose en otro. De hecho, la Cordillera comenzó su formación hace 65.000.000 de años tras el choque de las placas Sudamericana y Nazca (Pacífico Sur). La primera, al montarse sobre la segunda, produjo un gigantesco cordón montañoso a partir de plegamientos, fracturas, movimientos sísmicos y procesos de vulcanismo.

El tramo que involucra a está obra (por debajo del paralelo 39º) es conocido como Andes Patagónicos o Cordillera Austral. Se diferencia del resto de la cordillera por su menor promedio de altura y la potente erosión que le propinaron las glaciaciones cuaternarias. Contra lo que normalmente se cree, los Andes Patagónicos no transcurren como un encadenamiento permanente: presenta valles, ríos y lagos que los cruzan perpendicularmente. Este fenómeno dio origen a cuencas que drenan tanto al Atlántico como al Pacífico.

Los picos más representativos de los Andes Patagónicos (comprendidos entre el cerro Pino Achado y la Isla de los Estados) varían entre los 2000 y 2500 m.n.m. Sólo unos pocos superan la barrera de los 3000 metros: el Lanin (3776 m.n.m.) en Neuquen, el Tronador (3478 m.n.m.) en Río Negro y los montes San Lorenzo (3706 m.n.m.), Bertrand (3180 m.n.m.) y Chaltén o Fitz Roy (3405 m.n.m.) en Santa Cruz. Paradójicamente el volcán Domuyo (4709 m.n.m.), máximo techo de la Patagonia, no se ubica sobre el límite de las altas cumbre sino desfasado unos 50 km hacia el este.

Arrayanes
La Patagonia Andina posee un clima de tipo oceánico (frío húmedo), con primaveras y otoños cortos, e inviernos largos. Los veranos también resultan largos en la zona norte, aunque se acortan en forma drástica en la provincia de Santa Cruz. Su temperatura media anual es de 7 ºC, y se le debe agregar una disminución de 1 ºC por cada 180 metros que se asciendan. Las heladas son muy frecuentes, con más de 60 al año, incluso durante el verano.

Los Andes resultan un severo condicionante del clima, sobre todo en las precipitaciones. Cuando los vientos húmedos del Pacífico chocan contra los macizos montañosos descargan su humedad en un trayecto muy corto (de 10 a 60 km). En la Patagonia Andina este régimen pluvial origina precipitaciones de 800 a 2500 mm, y no menos de 20 nevadas al año. Ciertos puntos, como puerto Blest y lago Quillen, se encuentran entre los más lluviosos de Argentina con casi 4000 mm anuales. Estas cifras no son sinónimo de tempestades violentas, sino de aguaceros finos y persistentes. Las descargas eléctricas resultan raras.

En toda la Patagonia la estación húmeda corresponde al otoño-invierno (no es coincidente con el máximo nivel de lo ríos, que normalmente se da a fines de la primavera). Este fenómeno se debe a que el enfriamiento de la corteza terrestre favorece la condensación del agua transportada por las nubes. Por el contrario el calentamiento del continente durante el verano inhibe la condensación, y con ello las lluvias.

Bioma de los Bosques Patagónicos
Cauquen real en vuelo

Cauquen real en vuelo
Los suelos, junto a la lluvia y la altitud, son los responsables de la distribución y la abundancia de las especies vegetales. Por encima de los 1600 m.s.m. la nieve y el congelamiento del suelo (pobre e inmaduro) dificultan la vida vegetal. Allí solo se encuentran hierbas o arbustos muy adaptados. Entre los animales sobresalen el cóndor y varias especies de lagartijas. Los mamíferos de mayor tamaño, como el huemul y el puma, pueden ubicarse aquí transitoriamente durante el verano.

El bosque húmedo, el ambiente más representativo de la región, incluye a la mayoría de los lagos andino-patagónicos y los ríos de vertiente pacifica de las provincias de Neuquen, Río Negro y Chubut (como el Rivadavia, Manso, Arrayanes, Hua-Hum y Frey). Sus suelos granulosos y pardos (inceptisoles) son ricos en nutrientes. Entre los 1600 y los 1000 m.s.m. la especie arbórea dominante es la lenga (Nothofagus pumilio), que en otoño adquiere bellísimas tonalidades rojizas. En las zonas bajas, las lengas superan los 20 m de altura y adoptan una silueta ancha y robusta. Por el contrario, por encima de los 1200 m.s.m. se vuelve un arbusto achaparrado.

Por debajo de los 1000 m.s.m. y en presencia de suelos húmedos, los árboles más representativos son los coihues (Nothofagus dombeyi); una especie fantástica cuyo porte puede superar los 40 m. Otras importantes, pero de distribución localizada, son el roble pellín, el arrayán (de corteza fría y anaranjada), el alerce (muy similar a la sequolla gigante), el guindo, el retamo y el notro. El espeso sotobosque, formado por cañas colihues, tejen un enrejado flexible apenas sorteable a fuerza de machete. Se le agrega un elevado número de hongos descomponedores, los encargados de devolver los nutrientes al suelo.

Laguna de agua surgente

Laguna de agua surgente
La máxima expresión del bosque húmedo es la selva valdiviana (exclusiva de la Patagonia norte y central), que solo se desarrolla donde las precipitaciones superan los 3000 mm anuales. Impenetrable, y con especies raras como helechos y lianas, se compone por un mínimo de tres estratos: sotobosque, arbóreo y dosel (los bosques solo poseen dos estratos: sotobosque y arbóreo).

Los principales animales autóctonos son el huemul (un ciervo de contextura robusta y de pequeña cornamenta), el pudu (el cérvido más pequeño del mundo), el puma, el gato huiña, el huillín (un carnívoro acuático muy similar a la nutria europea) y el hurón. Entre las especies exóticas sobresalen el ciervo colorado, el jabalí europeo, el visón, la liebre europea, el conejo de los palos, la codorniz europea y el castor canadiense (exclusivo de Tierra del Fuego).

Las aves poseen en el cóndor a su máximo representante. Se le agregan varias especies de aguiluchos, búhos y lechuzas muy bien dotados para la vida en los bosques y numerosas aves acuáticas como el huala y el pato de los torrentes (un bellísimo anátido adaptado a los ríos de montaña).

2- Ecotono
Ecotono patagónico

Las áreas de transición son muy ricas en especies animales y vegetales debido a la mezcla que se produce entre los dos ambientes que divide (en este caso el bosque húmedo y la estepa semidesértica). Esta franja, que mide entre 15 y 60 km de ancho, sirve de marco a los más afamados freestones del norte patagonico, como el Chimehuin, Limay superior, Malleo, Quillen y Traful entre muchísimos otros. Al contrario del bosque, esta zona exhibe un mayor contraste ya que la vegetación solo cubre una parte del terreno, dejando al descubierto fantásticas formaciones montañosas como el caso del Valle Encantado.

Sobre los faldeos abundan los bosques puros de ciprés (Austrocedrus chilensis) y por debajo de los 1000 m.s.m. se le suman ñires, maitenes y radales. Acotadas al centro de la provincia de Neuquen, las araucarias patagónicas o pehuenes (Araucaria araucana) son verdaderos sobrevivientes de la época de los dinosaurios.

Entre las aves propias del ecotono sobresalen el halcón peregrino, el águila mora (muy similar al águila real pero de plumaje ceniciento), los jotes (buitres patagónicos), gavilanes, teros, martinetas e infinidad de paseriformes y aves acuáticas.

3- Patagonia extrandina

Incluida en la diagonal árida de América del Sur, se extiende desde la base de los Andes Patagónicos hasta el Océano Atlántico. Ello la transforma en el marco de las partes medias y bajas de los ríos de vertiente atlántica de mayor longitud como el Limay, Neuquen, Chubut, Senguer, Santa Cruz, Coyle, Gallegos y Grande. La Patagonia Extrandina se formó tras un desprendimiento de la placa Antártica, que derivó hacia el norte y colicionó con la placa Sudamericana a fines del Paleozoico (300.000.000 de años). Dicha junta coincide, aproximadamente, con el valle del río Colorado.

Sus accidentes más representativos son las mesetas, bajos, sierras y valles fluviales. Las mesetas son terrazas escalonadas, que descienden gradualmente en sentido O-E. Sobre la cordillera pueden superar los 1500 m.n.m., aunque normalmente no alcanzan la mitad de esta cifra. Las más importantes son la Central de Santa Cruz, la Central de Chubut y Somuncurá en Río Negro. Las extensas superficies planas formadas sobre cada terraza se denominan pampas.

En las mesetas abundan los cañadones de perfil agudo, que sólo cuentan con agua en caso de lluvias. Estos son el recuerdo de las complejas redes fluviales que se desarrollaron en el Cretáceo, cuando la cordillera aún no se había elevado, los vientos húmedos atravesaban toda la Patagonia y abundaban los bosques de pehuen y los dinosaurios. Las mesetas están cubiertas por piedra bola (rodados fluvioglaciares) y coladas volcánicas que dieron lugar al lecho de la mayoría de los ríos y lagos.

Guanaco

El origen de los bajos obedece tanto a los hundimientos tectónicos como a la erosión del viento. Varios de ellos se encuentran por debajo el nivel del mar como el bajo de San Julián (-105 m.n.m.), el Gran Bajo de Valdéz (-45 m.n.m.) y los bajos del Gualicho (-19 m.n.m.).

Entre las formaciones montañosas no cordilleranas se disponen varios encadenamientos conocidos erróneamente como Precordillera (estas formaciones sólo existen a partir de la provincia de Mendoza, hacia el norte). Los más representativos son las sierras de los Patagónides que se extienden desde Neuquen hasta el río Senguer. Ellas se formaron tras plegamientos cenozoicos, procesos de vulcanismo y la erosión del clima. Este cordón desfasado de la cordillera fue la barrera natural que obligó a muchos ríos seguir hacia el oeste, dando lugar a la mayoría de las cuencas pacificas (en buena parte pertenecientes a la Patagonia central).

Completan este panorama los valles fluviales, muchos de ellos de gran importancia económica. Limitados por terrazas, su amplitud se condice con los caudales máximos que registraban los antiguos ríos al fin del periodo glaciario. El efecto de paraviento de las bardas permite la formación de microclimas muy favorables para el asentamiento humano y el desarrollo agrícola (valles de los ríos Negro y Chubut inferior).

Tras la última descarga de humedad sobre la cordillera, la Patagonia Extrandina queda librada a condiciones áridas (dando lugar a un desierto pedregoso). Las precipitaciones se reducen a un promedio de menos de 200 mm anuales. El clima de este tramo corresponde al árido de estepa (Neuquen y Río Negro) y árido frío (Chubut y Santa Cruz). La diferencia entre ambos está dada por sus temperaturas medias mensuales: 15 ºC para la primera y 10 ºC para la segunda. Las heladas son sumamente abundantes entre abril y setiembre.

Dos sellos personales de la región son su amplitud térmica, que por su sequedad puede sobrepasar 25 ºC diarios, y los incesantes vientos que soplan del oeste. Se le suman los chaparrones veraniegos (a veces torrenciales), que llenan las lagunas temporarias y verdean el paisaje.

Bioma del Semidesierto

Vegetación xerófila esteparia
Dura y hostil, la Patagonia Extrandina requiere de eficientes estrategias para sobrevivir. Los suelos (ardisoles) carecen de materia orgánica y poseen una magra fertilidad. Son de color gris con una escasa retención de agua y es común que las sales emerjan por capilaridad formando salinas.

La vegetación reinante es xerófila y adaptada a soportar largos períodos de sequía. Entre sus principales adaptaciones, sobresalen la carencia de hojas y tallos verdes, sus raíces profundas, pivotantes y un ciclo reproductivo estrechamente ligado a la breve estación húmeda. Los más representativos son el neneo, alpataco y varias especies de pastos duros como el coirón.

Las especies animales más frecuentes son el guanaco (él más grande de los camélidos sudamericanos), la mara o liebre patagónica, el pichi o armadillo, dos especies de ñandú (un enorme ave no voladora muy parecida al avestruz), el chinchillón (muy adaptado a la vida en las bardas) y cuises, junto a zorrinos, zorros grises y colorados.

Entre las aves acuáticas, muy abundantes en las lagunas esteparias, se destacan el maca tobiano (extremadamente raro), flamencos, cisnes de cuello negro e infinidad de cauquenes (gansos silvestres patagónicos) y gallareta

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