Por crisis económica de 2008 a 2011 se conoce a la crisis económica mundial que comenzó ese año, originada en los Estados Unidos. Entre los principales factores causantes de la crisis estarían los altos precios de las materias primas, la sobrevalorización del producto, una crisis alimentaria mundial y energética, una elevada inflación planetaria y la amenaza de una recesión en todo el mundo, así como una crisis crediticia, hipotecaria y de confianza en los mercados. La causa raíz de toda crisis según la Teoría austríaca del ciclo económico es una expansión artificial del crédito. En palabras de Jesús Huerta de Soto «esta crisis surge de la expansión crediticia ficticia orquestada por los bancos centrales, y que ha motivado que los empresarios invirtieran donde no debían».[1]
La crisis iniciada en el 2008 ha sido señalada por muchos especialistas internacionales como la «crisis de los países desarrollados», ya que sus consecuencias se observan fundamentalmente en los países más ricos del mundo.
Propuestas para solucionar la crisis
Expansión fiscal y regulación financiera
Para combatir la crisis global, EE.UU. propuso a que los países del G-20 iniciaran una nueva ronda de gastos, además de establecer una meta de crecimiento específica del 2%. Estas políticas fueron rechazadas. La cumbre de ministros de finanzas del G-20 acordaron ejercer políticas monetarias y de expansión fiscal hasta que el crecimiento aumente. También se acordaron propuestas para ayudar a los países en desarrollo a través de donaciones al FMI y mejorar la regulación financiera, incluyendo requerir el registro de los fondos de cobertura y sus gestores.[128]
Aumento de la natalidad
Para el economista italiano Gotti Tedeschi, el verdadero origen de la crisis es «la caída de la natalidad en los países occidentales». Así lo afirmana Ettore Gotti Tedeschi, conocido economista y presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR, conocido como el Banco Vaticano), en una entrevista al informativo semanal Octava Dies del Centro Televisivo Vaticano.[129] La baja natalidad del pasado, de la que se deriva el rápido envejecimiento de la población en los países occidentales, es lo que aboca a los países occidentales a empobrecerse.[130]
Philip Longman, en este sentido, escribió en el trabajo The Empty Cradle: How Falling Birthrates Threaten World Prosperity and What To Do About It (2004) lo que sigue: «El declive global de las tasas de natalidad es la fuerza más poderosa que afecta a la sustentabilidad (de la economía) de las naciones y al futuro de la sociedad en el siglo XXI».
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