Geografia

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jueves, 27 de octubre de 2011

Globalización

La globalización es un proceso económico, tecnológico, social y cultural a gran escala, que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo unificando sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global. La globalización es a menudo identificada como un proceso dinámico producido principalmente por las sociedades que viven bajo el capitalismo democrático o la democracia liberal y que han abierto sus puertas a la revolución informática, plegando a un nivel considerable de liberalización y democratización en su cultura política, en su ordenamiento jurídico y económico nacional, y en sus relaciones internacionales.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Los no Lugares.

Marc Augé antropólogo francés nacido en Poitiers en el año 1935, especializado en la disciplina de etnología.


En su obra destaca una valiente aproximación al concepto de la "sobremodernidad" construido a partir de una reflexión sobre la identidad del individuo en función de su relación con los lugares cotidianos y la presencia de la tecnología.
El "no lugar"

Marc Augé acuñó el concepto "no-lugar" para referirse a los lugares de transitoriedad que no tienen suficiente importancia para ser considerados como "lugares". Ejemplos de un no-lugar serían una autopista, una habitación de hotel, un aeropuerto o un supermercado.
El no lugar se ha convertido en el terreno más transitado del arte contemporáneo. Desde que Marc Augé teorizara a principios de los noventa sobre los Espacios del anonimato de la ciudad, lo urbano es uno de los temas más recurrentes del arte reciente.

El éxito internacional del pensamiento francés en la definición y desarrollo de la posmodernidad desde comienzos de los ochenta, iba a resultar ser una manzana envenenada. En este contexto, la figura de Marc Augé y su influencia en las prácticas artísticas es a la vez ejemplar y problemática. Profesor de antropología y etnología de la École des Hautes Études en Sciences Sociales e investigador del Centre Nationale de Recherche Sociale, sitúa su reflexión en dos estratos superpuestos. Por un lado, relee críticamente la tradición antropológica francesa y, por otro, propone interpretar la realidad actual a partir de esa misma tradición, una vez que ha sido ajustada a la lógica “otra” de la coyuntura contemporánea que él denomina “sobremodernidad”. Su obra más conocida y más frecuentemente citada: Los no lugares. Espacios del anonimato, tiene como subtítulo precisamente Una antropología de la sobremodernidad. Esta sobremodernidad, como su nombre indica, no sería otra cosa sino una modernidad en exceso, desbordada y salida de su propio eje, una vez llevadas sus lógicas expansivas al extremo. El “no lugar”, clave del texto, se identifica con el espacio de tránsito, de flujo, dominante en las sociedades “sobremodernas”, que desplaza la hegemonía del “lugar antropológico”, fijo y estable, sede de la identidad y la subjetividad tradicional moderna. Siguiendo a su admirado Michael De Certeau, para Augé la antropología es una heterología, un saber de sí mismo -el hombre y sus modos de vida social- en términos de alteridad y extrañeza; un saber refinado durante décadas de análisis de tribus exóticas en el contexto colonial. El exceso y dislocación de la sobremodernidad es lo que habilita a la antropología como herramienta hermenéutica privilegiada, por delante del estudio sociológico convencional, ciego a la diferencia y condenado a cuantificar siempre “lo mismo”. Es más, Augé identifica una “inquietud antropológica” de base en el sujeto de la sobremodernidad, quien está obligado a resituarse ante un mundo siempre extraño y siempre en exceso.

La premisa de Augé de considerar lo social como un territorio de relaciones espaciales acerca su análisis a la teoría de la arquitectura y la ciudad, cuyo objeto se funde con el de la antropología y que, sin duda, ha afectado intensamente al discurso “más débil” de la práctica artística. El arquitecto y por extensión, el teórico de la ciudad ha adoptado la voz más audible de la última década, absorbiendo otros modos de análisis como son, por ejemplo, los de la antropología o la crítica cultural. Ello tiene que ver con la importancia demográfica, económica y cultural de la ciudad-megalópolis de las nuevas potencias en desarrollo -China, Brasil, India o México- y su papel en la generación de relaciones e identidad de la nueva sociedad global. Un caso de sobra conocido es el del arquitecto holandés Rem Koolhaas, instalado en su cátedra de Harward. Sus textos La ciudad genérica (2006) y Espacio basura (2006) se solapan en objeto de análisis con la sobremodernidad descrita por Marc Augé, aunque el arquitecto demuestre una fascinación por su inconmensurabilidad y una falta de confianza en la objetividad de las leyes que relacionan los espacios que le diferencian del francés.

BRIC


En economía internacional,1 se emplea la sigla BRIC para referirse conjuntamente a Brasil, Rusia, India y China, que tienen en común una gran población (Rusia y Brasil por encima de los ciento cuarenta millones, China e India por encima de los mil cien millones), un enorme territorio (casi 38.5 millones km²), lo que les proporciona dimensiones estratégicas continentales y una gigantesca cantidad de recursos naturales, y lo más importante, las cifras que han presentado de crecimiento de su PIB y de participación en el comercio mundial han sido enormes en los últimos años, lo que los hace atractivos como destino de inversiones.2
México y Corea del Sur son los únicos países comparables a los BRIC, pero sus economías se excluyeron debido a que ya son miembros de la OCDE.
La tesis BRIC

Goldman Sachs argumenta que el potencial económico del Brasil, de Rusia, de la India, y de China es tal que pueden convertirse en las cuatro economías dominantes hacia el año 2050. La tesis fue propuesta por Jim O'Neill, economista global en Goldman Sachs. Estos países se estima que tendrán más del 40% de la población mundial y tendrán un PIB combinado de 134.951 billones de dólares. En casi cada escala, serían las entidades más grandes en la escena global. Sin embargo, es importante observar que no es el intento de Goldman Sachs el de argumentar que estos cuatro países forman una alianza política, tal como la Unión Europea, o cualquier asociación que negocia formalmente, como la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN). Sin embargo, han tomado medidas para aumentar su cooperación política, principalmente, pues una manera de influenciar los Estados Unidos coloca en acuerdos del comercio mayor, o, con la amenaza implícita de la cooperación política, como manera de extraer concesiones políticas de los países desarrollados, tales como la cooperación nuclear propuesta con la India y Brasil.
Después de la crisis del 2008
De acuerdo a la publicación de Goldman Sachs las economías BRIC y N-11, en conjunto, parecen estar surgiendo de la crisis de crédito global mejor que las principales economías.
En la actualidad alrededor de ocho años desde que se introdujo por primera vez el acrónimo BRIC, y seis años desde que se había estimado que mundo podría ser en 2050, como el resto del mundo, los BRIC se han enfrentado a una severa crisis en los últimos dos años. Aunque Rusia ha luchado a través de la crisis, vemos pocas razones por las que no debe seguir considerado como un BRIC, pero aun se cree que Rusia podría ser más grande que Japón. Los otros tres Brasil, China e India tienen cada uno esta manejado mejor la crisis.

jueves, 20 de octubre de 2011

La geopolítica de las emociones

Dominique Moïsi, reconocido analista francés en el campo de las relaciones internacionales y fundador del IFRI, uno de los más conocidos think tanks franceses, presenta en su último libro La Géopolitique de l’émotion (1) la originalidad de trazar en el actual escenario de la globalización un mapa de las emociones. La esperanza es para los países de Asia, en especial China y la India; la humillación caracteriza al mundo árabe y musulmán; y el miedo invadiría a Europa y EE.UU. Otras zonas como Rusia, África subsahariana y América Latina no estarían asociadas a este mapa, sino que participarían al mismo tiempo de las tres referidas emociones.

El libro de Moïsi no ha sido bien recibido en algunos ámbitos académicos porque va directamente contra los métodos analíticos cuantificables que predominan en el ámbito de las relaciones internacionales. Otro tanto ha sucedido con algunos think tanks. Quienes trabajan con datos concretos para realizar sus prospectivas, consideran que analizar la importancia de las emociones equivale a hacer una especie de ensayo literario basado en apreciaciones subjetivas.


En Asia mucha gente tiene ganas de vivir y gastar como los occidentales, aunque sin necesidad de darse sus formas de gobierno

En cambio, el autor es consciente de que los comportamientos humanos no pueden ser reducidos a esquemas racionales. Los comportamientos emotivos pueden pesar más a la hora de actuar, mucho más incluso que las ideologías, que tuvieron un papel destacado en el período de la guerra fría. Hoy todo es búsqueda de la identidad, con lo que los nacionalismos etnicistas se multiplican a escala universal. Estamos ante el “despertar global”, al que se refería el politólogo y actual asesor de Obama, Zbigniew Brzezinski, y que lo mismo se encuentra en potencias emergentes que en movimientos secesionistas.

Emociones e intereses particulares

Sin embargo, Moïsi no profundiza demasiado en uno de los efectos más preocupantes de este despertar de los nacionalismos, y es que los valores universales de la libertad y la democracia, característicos del mundo occidental, están dejando de ser atractivos para otros pueblos, que prefieren apegarse a los paradigmas de soberanía e independencia nacionales. Se puede concluir que resultaría una tarea poco fructífera organizar una Liga de las Democracias, tal y como propusiera el senador McCain en su campaña para la presidencia, pues al final las respectivas emociones, que no pueden disociarse de los intereses particulares, primarían sobre las expectativas de modelos de comportamiento basados en valores comunes.


Japón, China o Corea no se apegaron a un pasado glorioso e idealizado, como ha hecho el mundo islámico

No lo subraya tampoco el autor, aunque es bastante probable la existencia de un vínculo entre el ascenso de las emociones y el creciente reinado absoluto de la opinión pública a escala global, muy relacionada con el poder de los medios de comunicación. Es un hecho que las dos guerras mundiales y la guerra fría fueron enfocadas como una unión de las democracias frente a los autoritarismos. Ahora sigue habiendo autoritarismos, mas es dudoso que las democracias aúnen sus esfuerzos, bajo nuevas o viejas estructuras, para enfrentarse con ellos abiertamente. Sus opiniones públicas no desean verse envueltas en conflictos, y en muchos casos no están convencidas de la superioridad moral de sus valores frente a los de las tiranías.

Asia y la cultura de la esperanza

La era de la globalización ha puesto de manifiesto que la modernidad no es sinónimo de occidentalización. Dicho de otro modo, se puede compartir la técnica pero no los valores. El capitalismo y la tecnología occidental triunfan en Asia, particularmente en China, pero no así el sistema político democrático. Moïsi, que gusta de los paralelos históricos, no comparte los temores de quienes ven en la China actual un trasunto de la Alemania del Kaiser. Hoy por hoy, no sería una potencia militarista como aquélla, sino algo más parecido a la Francia de Luis Felipe de Orleans, y podríamos añadir que a la de Napoleón III, en las que se asistió a un ascenso de la burguesía, que parecía entregada a la consigna de enriquecerse, lema común al ministro François Guizot y a Deng Xiaoping.

¿Y qué decir de la India? Es una potencia democrática, ajena al autoritarismo chino, pero al mismo tiempo se está alejando del cliché de “espiritualismo”, forjado en el recuerdo de Gandhi. Según el autor, la India no está llamada a ser una superpotencia moral, algo que sí parece pretender la Europa posmoderna, y está más próxima al modelo representado por EE.UU. Se entiende así el interés de la Administración Bush por forjar una alianza con el segundo gigante asiático, aunque el pragmatismo de Obama da mayor prioridad a los vínculos con China.

En Asia, la esperanza nace de las posibilidades de emancipación económica y social, que se multiplican en el Extremo Oriente y el Sureste asiático. Mucha gente tiene ganas ahora de vivir y gastar como los occidentales, aunque sin necesidad de darse sus formas de gobierno. El resultado de esta mentalidad es un despotismo ilustrado, que tendría su expresión más lograda en la ciudad-Estado de Singapur, paradigma en el que se han mirado los gobernantes chinos desde Deng Xiaoping.

El mundo islámico y la humillación

En su repaso a la historia, Moïsi nos recuerda que Japón, China o Corea conocieron un pasado de humillaciones infligidas por potencias extranjeras, pero consiguieron sobreponerse y hoy son competidores de las potencias occidentales. No se apegaron a un pasado glorioso e idealizado. Pero no se puede decir lo mismo del mundo islámico, que recuerda sus grandes logros científicos y culturales en la época medieval. Luego vendría la decadencia, sobre todo la del Imperio otomano, que fue perdiendo empuje ante los avances políticos y militares de las potencias europeas. En aras de la modernización, hubo quienes incluso apelaron a un nacionalismo de tipo occidental para construir el panarabismo, que tuvo su época de esplendor hace más de medio siglo con el Egipto socialista de Nasser y sus seguidores en otros países árabes.

Mas en estos momentos lo árabe ha sido prácticamente barrido por el sentimiento de identidad musulmana, capaz de superar, al menos en apariencia, las rivalidades y distancias entre suníes y chiíes, y de establecer nexos entre el Asia central, el sureste asiático y el África subsahariana. El islamismo pide paso en todas partes, como en el otro tiempo influyente Egipto. Allí se plantea abiertamente a la población el siguiente dilema: tras los períodos de fracasos de la monarquía, Nasser, Sadat y Mubarak, ¿no ha llegado el momento de que gobiernen los Hermanos Musulmanes?

En esta apoteosis de la identidad islamista, Israel es percibido, más que nunca, como un factor desestabilizador introducido por los occidentales en tierras del islam. A este respecto, podemos añadir que esto complica todavía más las negociaciones entre los israelíes y la Autoridad Palestina. Si se alcanzara un hipotético acuerdo para la existencia de dos Estados, serviría para desautorizar el discurso identitario islamista, predicado por Hamás, Hezbolá e Irán, pues la intransigencia hacia Israel, más allá de los motivos para su justificación, es parte esencial de su credo político.

Moïsi hace además un certero diagnóstico del terrorismo suicida, propio de la cultura de la humillación. La sangre viene a ser un consuelo ante la ausencia de victoria, pero, a diferencia de otros terrorismos nacionalistas o independentistas, la muerte no es un medio sino un fin en sí mismo que sirve para paliar las humillaciones. Sin embargo, difícilmente se entiende por qué la gran mayoría de las víctimas son musulmanas. Sólo se explica porque sus autores tengan una perspectiva limitada y purista de su religión.

Por último, el autor se plantea si las pequeñas monarquías petroleras del Golfo representan un modelo para el mundo musulmán, aunque se diría que su prosperidad material las sitúa más allá de sus coordenadas geográficas, pues parece que estuvieran situadas en el Asia del Pacífico, y no en Oriente Medio. Con todo, presentan muestras de fragilidad, como sus carencias demográficas y la perspectiva de que el petróleo no durará indefinidamente.

Europa, EE.UU. y la cultura del miedo

El miedo puede ser un acicate para activar el instinto de supervivencia, también en la política internacional. Un ejemplo bien conocido es que el temor a una nueva guerra sirvió de acicate para iniciar el proceso de integración europea hace seis décadas. El resultado ha sido que Europa se convirtió en la región más pacífica y próspera del planeta. Pero no es menos cierto, tal y como aseguró el desaparecido historiador y político polaco Bronislaw Geremek, que Europa se ha transformado en un espacio económico, sin corazón ni dimensión espiritual. Además, desde hace tiempo está cuestionando su propia identidad.

Moïsi ilustra este hecho asemejando Europa a una gran Suiza, un término que, por cierto, empleó Churchill en su célebre discurso europeísta de Zúrich en 1946. Podríamos concluir que una “gran Suiza”, autosatisfecha de su prosperidad material, termina por no complicarse la vida sobre si es fiel a unas raíces que se remontarían al mundo clásico, el judaísmo, el cristianismo y la Ilustración.

Tampoco EE.UU. se libra de la cultura del miedo. Moïsi pone los ejemplos de la política exterior de Bush o la preconizada por el senador McCain como paradigmas de dicha cultura, mientras que Obama representaría la esperanza. El actual presidente llevaba poco tiempo en la Casa Blanca cuando apareció esta obra, y todavía hoy el autor no ha perdido su esperanza en él, aunque sí parecen haberla perdido muchos de sus compatriotas, que no terminan de ver la ansiada recuperación económica.

Pese a todo, Moïsi inclina la balanza hacia EE.UU., en contraste con una Europa atenazada por el miedo. Los americanos saldrán adelante por su propio dinamismo, pues, después de todo, son una nación de inmigrantes, mientras que Europa sigue aferrándose a su estatus de fortaleza.

Conjuntos geopolíticos inclasificables

Otros conjuntos geopolíticos son elevados por Moïsi a la altura de inclasificables, aunque suelen participar de las tres emociones citadas. En la Rusia de Putin, que se mira en el espejo de Pedro el Grande y en el mucho más civilizado de De Gaulle, hay lugar para el orgullo, aunque también existe el miedo al vacío demográfico y a las repercusiones sociales de las carencias que muestra el Estado de Derecho. África oscila entre la desesperación y la esperanza. Esta última emoción se da, por ejemplo, en Sudáfrica, pese a los problemas sociales y políticos. Sin embargo, América Latina dista mucho de ser el continente de la esperanza, pues los populismos triunfantes son una respuesta al miedo y la humillación. Quizás Brasil puede salvarse de esta dinámica.

La conclusión final de La geopolítica de la emoción es optimista, porque en el fondo, Dominique Moïsi es un representante tradicional de la Ilustración francesa, que pretende contraponer el saber a la intolerancia. Su pasión por la historia le lleva a proponer su obligatoriedad en los cursos de relaciones internacionales. No obstante, se podría argumentar que las emociones peligrosas no se combaten únicamente con el saber o con las enseñanzas históricas; es decir, no sirve sólo la mera racionalidad, pues sus promotores se apartan de lo racional en la teoría o en los hechos.

Revista Econòmica

http://www.ideas-empresariales.com/articulos.cfm?idArticulo=507&idIdioma=1&titulo=Economia

miércoles, 19 de octubre de 2011

Posfordismo

El posfordismo o postfordismo es el sistema de producción que se encontrarían en la mayoría de los países industrializados actualmente, según la teoría que lo sustenta. Se diferencia del fordismo, sistema de producción usado en las plantas automotrices de Henry Ford, en que en estos los trabajadores se encontraban en una estructura de producción en línea, y realizaban tareas repetitivas especializadas.
El posfordismo se caracteriza por los siguientes atributos:
Nuevas tecnologías de información
Énfasis en los tipos de consumidor, en contraste con el previo énfasis en las clases sociales.
Surgimiento de los servicios y trabajadores de 'cuello blanco'.
La feminización de la fuerza de trabajo.
La globalización de los mercados financieros.
Contenido [ocultar]
1 Teorías de posfordismo
1.1 La especialización flexible
1.2 Neo-schumpeterismo
1.3 La Escuela de la Regulación
2 Véase también
3 Enlaces externos

Teorías de posfordismo

El posfordismo se puede aplicar en un amplio contexto para describir todo un sistema de procesos sociales modernos ya que describe el mundo tal y como es hoy, varios pensadores han expresado sus diferentes puntos de vista sobre la implicación del post-fordismo en la sociedad actual, aunque como la teoría continúa evolucionando, han surgido tres escuelas de pensamiento diferentes que analizan el post-fordismo, estas son: la de la especialización flexible, el neo-schumpeterismo y la escuela de la regulación
[editar]La especialización flexible
Creen que los cambios fundamentales en la economía internacional, especialmente al principio de los 70, hicieron cambiar la producción en masa con un nuevo “modus operandi” conocido como especialización flexible. Factores como la crisis del petróleo de 1973, incrementaron la competencia con los mercados extranjeros (especialmente los del sudeste asiático) y factores tales como la globalización, el fin de la posguerra, y el aumento de las privatizaciones hicieron al viejo sistema de producción en masa incompetente
En vez de producir bienes genéricos, las empresas ven ahora más rentable producir diversas líneas de productos orientadas a diferentes grupos de consumidores, apelando a su sentido del gusto y de la moda. En vez de investigar con cantidades enormes de dinero la producción en masa de un solo producto, las empresas necesitan ahora construir un sistema inteligente de trabajo y máquinas que sean flexibles y puedan responder rápidamente a los caprichos del mercado.
De la misma manera, la estructura de producción empezó a cambiar en el sector. Pasando de una única estructura de montaje en línea a un proceso de producción fragmentado en el que cada área se encarga de una tarea específica. Como evidencia de esta teoría de la especialización, los instigadores ponen de ejemplo los distritos industriales que han aflorado en lugares como Silicon Valley, Jutland, Småland y algunos lugares de Italia.

Neo-schumpeterismo

Esta teoría está basada en la teoría de los ciclos económicos de Kondratiev, teoría actualizada por Joseph Schumpeter. La teoría defiende que un “paradigma técnico-económico” caracteriza cada ciclo económico. El fordismo fue el paradigma técnico-económico del cuarto ciclo de Kondratiev, y el post-fordismo es así el paradigma técnico-económico del quinto ciclo, ciclo dominado por la Tecnología de la Información y la Comunicación
Algunos de los seguidores más reseñables de esta teoría son M. Romero y Christopher Freema.
La Escuela de la Regulación
Esta aproximación (también llamada la Escuela de Regulación Francesa ó Neo-Marxista) intenta explicar la paradoja de por qué el capitalismo tiene tendencias hacia la crisis, el cambio y la inestabilidad así como una habilidad para instaurar instituciones, reglas y normas. La teoría esta basada en dos conceptos clave, los regímenes de acumulación ó sistemas de producción y consumo (Fordismo, Post-fordismo, etc…) y los modos de regulación, que se refieren a las reglas sociales que controlan el régimen de acumulación y determinan su forma.
De acuerdo con la teoría de la regulación, todo régimen de acumulación alcanzará un punto de crisis en el cual, el modo de regulación no podrá sostenerse, y la sociedad estará forzada a encontrar nuevas reglas y normas, formando un nuevo sistema de regulación. Esto da comienzo a un nuevo régimen de acumulación, que eventualmente desarrollará una crisis, y así sucesivamente. Los defensores de esta teoría entre otros son: Michel Aglietta, Robert Boyer, Bob Jessop y Alain Lipietz.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Espacio Vital

Lebensraum es un término que en alemán significa «espacio vital». Esta expresión fue acuñada por el geógrafo alemán Friedrich Ratzel (1844-1904), influido por el biologismo y el naturalismo del siglo XIX. Establecía la relación entre espacio y población, asegurando que la existencia de un Estado quedaba garantizada cuando dispusiera del suficiente espacio para atender a las necesidades de la misma.
Karl Haushofer, ex general y geógrafo, aplicó las nociones generalizadoras de Ratzel a la situación concreta en que se encontraba Alemania tras la derrota y los recortes territoriales sufridos en el Tratado de Versalles (1919). Haushofer adujo que la base de toda política exterior era el espacio vital de que dispusiese el cuerpo nacional. La acción del Estado consistía en defender tal espacio y en ampliarlo cuando resultara demasiado angosto. A través de Rudolf Hess, que era asistente a las clases de Haushofer en la cátedra de geopolítica de la Universidad de Múnich, junto a su hijo Albretch, tomó contacto con Adolf Hitler, que utilizó la terminología del Lebensraum para describir la necesidad del Tercer Reich de encontrar nuevos territorios para expandirse, principalmente a costa de los pueblos eslavos de Europa del este. Sin embargo Haushofer era eurasiático y pensaba que el Eje debía incluir a Rusia, en lugar de Italia, aliado natural germano.